Después de haber dedicado estos últimos meses a escribir sobre República Dominicana, ha llegado el momento de ir cerrando capítulo para movernos a otros destinos. Pero antes, y como suelo hacer cuando finiquito los posts de un país, me gustaría repasar el resumen de todo lo que para mí es un imperdible en caso de visitar el destino, en este caso, la preciosa isla de La Hispaniola, donde se asienta República Dominicana junto con Haití. Lejos de escribir sobre resorts y pulseritas de todo incluído, me voy a detener en todos esos lugares y aspectos que me marcaron especialmente durante mis cinco meses allí, detalles que espero sirvan para resaltar el encanto de un país que ofrece muchos rincones por descubrir, y sobre los que escribir.
Samaná
La península de Samaná, situada al noreste de la isla, fue mi rincón favorito de la isla. La tierra de los cocos, llamada así por sus millones de palmeras oteando el paisaje, ofrece el encanto de unas playas vírgenes, de esas de postal, desde donde uno puede decir que el paraíso, ciertamente, existe. En Samaná se puede disfrutar de un excelente pescado fresco y de una variada propuesta a la hora de recorrer sus encantos. El Salto del Limón permite refrescarse en su cascada, digna de cualquier anuncio publicitario; Las Terrenas y su toque francés, ofrece una interesante propuesta tanto gastronómica como para fiestear por la noche. La gente de Samaná va a otro ritmo, mecida por el mismo aire que mueve las palmeras en una danza que se clava en los ojos mientras tú repites aquello de ‘volveré algún día’.
Carnaval Vegano
El mes de febrero es el mes del carnaval y en República Dominicana se celebra a lo grande. El más importante del país es el que se celebra en la provincia de La Vega. El carnaval vegano es todo un homenaje a la chercha, como dicen allí, a la fiesta y a la juntadera de amigos, al movimiento de culo y caderas al ritmo del dembow, al estruendo de la música chisporroteando decibelios a lo loco, al ron y al calor humano. Pero si algo destaca de esta fiesta es el colorido de los elaborados disfraces que llevan los que desfilan, y los vejigazos, o golpes que dan en las nalgas de la gente con una especie de balón atado a una cuerda. Es para, más que verlo, vivirlo, porque ciertamente que te pegen un vejigazo no da risa. Los moratones que salen en la piel al día siguiente son el tatuaje que indica que uno ha asistido a la fiesta y que la ha ‘sufrido’ en carne propia.
Fruta
Ahhhh… fruta. Solo con decirlo se me viene a la cabeza el recuerdo de unos deliciosos mangos, tan dulces como caramelos, tan adictivos como ellos solos. También recuerdo el gusto de la piña, limones, chinolas (fruta de la pasión), lechozas (papayas), fresas, guineos (plátanos) y demás frutas exóticas, todo una fiesta de color y sabor para el paladar y la vista. Me gustaban especialmente los puestitos y carritos de fruta situados en las esquinas de Santo Domingo, donde uno podía pedir las piezas que quisiera sin salir del coche.
Colmados
Los colmados son el rey del mambo en República Dominicana y sin duda el mejor invento de todos los tiempos. Son locales donde venden alcohol y también productos básicos de primera necesidad, como pan, huevos, papel higiénico, galletas o embutido. Pero a la vez muchos de ellos también son bares de paso donde poder tomar alguna cerveza mientras escuchas un hilo musical compuesto única y exclusivamente por bachatas. Los colmados también sirven a domicilio. Tanto si es un botellón de agua como si se te antojan un par de sandwiches o se te ha olvidado la cebolla, ellos mandan a sus chicos en las motos, quien a pleno pulmón gritan un ‘colmado’ para anunciarte que ya han llegado a tu casa.
Santo Domingo
Pasear por la Zona Colonial de Santo Domingo es algo que todo el mundo debería de hacer por lo menos una tarde. La historia de la llegada de Cristóbal Colón y su posterior asentamiento todavía está presente en cada uno de los edificios repartidos por el centro de la ciudad. El atardecer en este lugar es especialmente bello, cuando el hierro forjado de las rejas de las casas coloniales dibuja sombras entrelazadas en el pavimento anaranjado, y cuando la calle peatonal de El Conde se llena de gente que sale a pasear una vez que la temperatura es un chin más baja. La Catedral Primada de América (llamada así por ser la primera), la antigua muralla o el Alcázar de Colón son otros de los sitios imperdibles de la Zona Colonial.
Playas
Qué puedo decir de las playas de Dominicana. Son alucinantes, paradisiacas, bellas, relajantes, de postal, idílicas. Mucha gente tiene la idea de que este tipo de playas se encuentra en la zona de Bávaro y Punta Cana, pero nada más lejos de la realidad. Claro que hay playas mejores y peores, más o menos sucias (aunque ahí habría que hablar del comportamiento despreocupado de la gente a la hora de arrojar basura a diestro y siniestro… pero ese es otro tema). Lo cierto es que las playas de este país son el mejor regalo que uno puede hacerse. Las de Samaná son divinas, con sus palmeras tocando el agua y sus kilómetros de arena blanca. Y por supuesto, para arena blanca y agua cristalina a más no poder, está la reina de todas ellas: la playa de Bahía de las Águilas.
Casas típicas
Aunque hoy en día en algunos lugares se construyen de forma algo más sofisticada, las casitas típicas de República Dominicana son un juguete, toda una chuchería capaz de acaparar el objetivo de la cámara. Están hechas con madera de palma y sus tejados son un pelaje marrón en el que acaban convirtiéndose sus hojas de palmera. Están pintadas con colores pastel en su mayoría, y muchas de ellas tienen varias sillas mecedoras en la misma entrada. Son hogares humildes pero bien acogedores, integrados en la propia naturaleza, los cuales contribuyen a aumentar la belleza de los paisajes.
Luz
La luz es única, especial. República Dominicana es junto con India y Myanmar de esos países que gozan de tener una luz difusa diferente y fantástica para cualquier amante de la fotografía. Los atardeceres se llenan de perfiles formados por partículas de luz que resaltan la textura de todo aquello que rodean. Esa luz dorada, tan matizada, resalta los contornos y las sombras de la gente, se cuela entre las palmeras, y hasta parece penetrar en las pupilas de cuantos apreciamos su envolvente calidez.
Vivio en república dominicana, y tengo que ser sincera, somos muy poco conocidos, pero para la proxima te recomiendo un lugar, Punta Rucia, una hermosa playa, con pocos hoteles, pero la playa es hermosa y cerca hay unos manglares que si tienes suerte conseguiras ver un manatí, también cerca de la costa hay una pequeña isla de pura arena que la llaman “Cayo Arena” es hermoso el buceo por ahí hay una gran barrera de corales. Si vuelves, visita este lugar… Aunque está metido en puro campo y es complicado llegar, valla pena.
Hola Gloria! muchas gracias por tus comentarios y por las sugerencias. No había oído hablar de Punta Rucia, pero sí de Cayo Arena. La verdad es que me quedé con ganas de visitarlos, pero así sé que para la próxima tengo que ver estos sitios. Un abrazo!